Siempre me han gustado las historias apocalípticas, en especial aquellas que tienen que ver con tecnología. Desde niño mientras veía Terminator en tele abierta me fascinaba la idea de como un desarrollo tecnológico que de inicio guia nuestro progreso y es un símbolo de esperanza se transformaba rápidamente en nuestra desgracia. Fuentes de energía ilimitada, realidades virtuales, robots pero sobre todo, inteligencia artificial son la base de estas historias que nos muestran imágenes desastrosas de un futuro lejano o tal vez, ya no tan lejano.
El término inteligencia artificial fue nombrado la palabra del año 2022 por la Fundéu Rae debido a su relevancia en los medios y los debates éticos sobre su desarrollo y uso. El año pasado vivimos un boom en el uso y discusión de las AI gracias a la salida al público general de varios desarrollos como ChatGPT o DALLE 2 o el anuncio de nuevos como VALL-E, capaz de imitar cualquier voz humana con tan solo una grabación de 3 segundos, pero también por las protestas de artistas en redes sociales contra las imágenes generadas por inteligencia artificial y sus derechos de autor.
Y justo estas protestas me llevan a la pregunta ¿qué depara el futuro para los profesionales creativos ante la inminente llegada de las AI? Ilustradores y artistas ven amenazada su profesión ante AI de creación de imágenes que además alimentan sus bases de datos con su arte; periodistas y creadores de contenido miran cómo una inteligencia artificial es capaz de escribir textos coherentes, en contexto y cada día con mejor estilo. Diseñadores, programadores, UXers, marketeros observan cómo aparecen nuevos aplicativos capaces de tomar sus puestos de trabajo. ¿Es acaso que estamos destinados a la extinción y el desempleo? Si y no.
Sí, porque es una realidad que la llegada de la inteligencia artificial significa la pérdida de muchos puestos de trabajo. Grandes departamentos de diseño, marketing y comunicación pueden ser reducidos a un par de personas. Para la gran mayoría de empresas y particulares, el contenido generado por AI será suficiente para cubrir sus necesidades. La toma de decisiones puede ser guiada con precisión a través de simulaciones, recabación de información y estudios llevados a cabo por una AI, quitando de la ecuación a las personas que antes formaban parte de este proceso. Y hablamos de inteligencia artificial al nivel actual, ¿qué sucederá dentro de 10 o 15 años? ¿Qué pasará para 2050, cuando algunos expertos esperan que alcance el nivel de la inteligencia humana? ¿Qué ocurrirá cuando lleguemos a la super inteligencia artificial? ¿Seguiremos siendo necesarios? ¿Viviremos gobernados bajo un AI tipo Westworld?
Y no, no estamos destinados a la extinción pero estamos condenados a la evolución constante. La invención de la fotografía no destruyó la pintura, como sus detractores decían, sino que la transformó. La revolución industrial no solo no erradicó a la producción artesanal sino que creó nuevas profesiones como la de los diseñadores. La AI puede maximizar muchas de nuestras labores diarias e incluso tomarlas por completo y aun así tendremos espacios de desarrollo. Pero su amenaza a nuestras vidas y trabajos es real, por lo que llevar a la conversación pública la ética y gobernanza de las AI es de vital importancia para evitar daños irreparables para la vidas de las personas.
No podemos mirar a la tecnología con miedo, debemos acercarnos a ella, aprenderla, implementarla para hacer nuestras vidas y trabajos más sencillos pero también debemos ser críticos, olvidarnos de la falacia de que la tecnología nos va a salvar siempre y alzar la voz y pedir regulaciones y políticas públicas cuando un avance tecnológico sea potencialmente peligroso. Tal vez en el proceso se derrumbe todo lo que sabíamos y creíamos sobre nuestra profesión y debamos mirar con nuevos ojos para adaptarnos al futuro que viene, tal vez estamos viviendo un apocalipsis, un apocalipsis de las profesiones creativas, porque, como diría el escritor austriaco Gustav Meyrink: “la muerte de una forma de ver el mundo es un apocalipsis en sí mismo.”